20 nov 2015

Llegar aquí ha sido un camino de tropiezos.
 
Desde que nací, supongo.
Desde que mi madre decidió cruzarse el mapa entero, para que naciera en la cama de mi abuela y allí les robé a las dos, sin saberlo, mis primeras palabras.
Desde que empecé a guardarlas en diarios (de llaves escondidas), que se abren con un soplo de viento.
Desde que descubrí el miedo al viento.
Desde que dejé de esconder llaves, para esconder diarios.
Desde que cambié los escondites, por la papelera de mi escritorio.
Y desde que, en un descuido que ni recuerdo, la papelera de mi escritorio, se llevó el miedo.

Así que, llegar aquí ha sido un camino de tropiezos, hasta encontrar una papelera que no se cansara de ellos…

Y aquí estamos las dos. Eso sí… Sin ninguna certeza, he de confesar, de que sea ésta, la meta de mis papeleras…