29 may 2018

Volverán

La tarde era más oscura en el interior de su salón que al otro lado de la ventana, que a contraluz, hacía más negro el negro de las gaviotas que daban vueltas en el recinto que separaba a unos vecinos de otros.
Tumbada en el sofá, mirando hacia el trozo de cielo que encuadraba el marco de su ventana, disfrutaba del arte en movimiento. Cada vuelo dejaba al pasar una pincelada. Era como ver a esos artistas que se sientan en la calle, a robarle momentos al paisaje que tienen enfrente.

Desde hacía ya varios años, por estas mismas fechas, se instabalaba en la pared de su salón, una de esas familias de artistas. Habitaban un nido que jamás había visto, pero que al caer la tarde, adquiría vida, justo a la altura a la que su cabeza se adueñaba del sofá.

Sus conversaciones alternaban píos a un lado, y repiquetear de dedos al otro.
Y aunque parecieran idiomas completamente distintos, abocados a la más absoluta incomprensión, cada noche al echarse en el sofá, saludaba a esas vecinas becquerianas, a las que nunca dijo su nombre.

Tal vez, para que esas sí volvieran...