En un mismo instante,
la necesidad surge en todos las personas que me rodean.
Espontáneamente o por contagio.
No lo sé.
Pero una a una, se van marchando.
Dejándome atrás,
con la nocturna soledad de las no fumadoras.
Tal vez el calor del local me atrapa.
O tal vez, sea ese excéntrico placer
de jugar con las soledades,
propias y ajenas,
que se me pega a la piel sin saber cómo.
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