8 sept 2017

Corbata

Se puso en pie y empezó a hablar.
Apenas un minuto más tarde fue consciente de que, a excepción de un joven sentado en una de las esquinas de la sala, nadie prestaba atención a sus palabras y se sintió observado de los pies a la cabeza.
Detuvo su discurso.
Se observó a sí mismo, también de arriba abajo, e hizo lo mismo con quienes tenía enfrente.

Pidió disculpas por el desconcierto y continuó; tarde o temprano, descubrirían que sus palabras no necesitaban corbata.

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