21 mar 2017

Equipaje

El camino era un pedregal, pero tenía los pies acostumbrados a caminar por terrenos parecidos y ninguna piedra logró distraerlo de sus pensamientos. Había tomado la decisión de romper con todo lo que hasta entonces había sido su vida, y de buscar un lugar en el que vivir apartado.

Lo que no logró ninguna de aquellas piedras, lo hizo un sonido que no encajaba en aquel paisaje perfectamente construido por la naturaleza. Se detuvo y esperó paciente, con la certeza de que volvería a repetirse.

Era un llanto.
Empezó a mirar a su alrededor, repasando cada rincón al que le alcanzaba la vista, convencido de que no era casual que se hubiera producido a su paso por allí.
Volvió a oírlo.
Le pareció sincero, como el llanto que nace de la verdadera necesidad y no ha adquirido aún la capacidad de ocultar, bajo miedos y complejos, la causa que lo provoca. Supuso pues, que pertenecía a un niño; alguien a quien sus cortos días no habían enseñado aún a disfrazar sus emociones. Por ello, le resultó fácil encontrarlo. La infancia tiene un olor inconfundible a inmensidad y ternura, que impregna todo cuanto hay a su alrededor.

Su recién recogido equipaje le hizo cambiar de ritmo y de pensamientos.
No tuvo apenas infancia. Sólo una forma infantil de ver la vida adulta que le llegó demasiado pronto. Tal vez por eso, no logró sentirla como suya y decidió apartarse de todo y empezar de nuevo. En ese instante justo de sus pensamientos se detuvo.
¿Tenía derecho a elegir por ese niño? ¿O él a hacerle renunciar a su propósito?
Podría acercarse a la ciudad más cercana y dejarlo en un lugar donde alguien lo encontrara.

Se detuvo de nuevo y se sentó.
Juntó unas cuantas hojas secas y lo puso encima de ellas. Observó su rostro dormido, su respiración tenue y su serenidad. Pasó sus dedos suavemente por su cuerpo y ambos se estremecieron.
Pensó que, si para una vida ya era bastante perder una infancia, perder dos sería demasiado... Se levantó, lo cogió de nuevo y empezó a desandar sus pasos, de vuelta a su recién recuperado hogar, preguntándose en cada paso, quién de los dos había salvado a quien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario