Nació así.
En realidad, tardó mucho tiempo en darse cuenta de que
era “diferente”.
No porque fuera torpe o poco observadora, sino porque también fue mucho el tiempo, que tardó en aprender ese extraño hábito humano de hacer eternas comparaciones entre unos y otros. Algo que acabó aprendiendo, irremediablemente, a fuerza de ser la primera conversación que los demás le dirigían al conocerla.
No porque fuera torpe o poco observadora, sino porque también fue mucho el tiempo, que tardó en aprender ese extraño hábito humano de hacer eternas comparaciones entre unos y otros. Algo que acabó aprendiendo, irremediablemente, a fuerza de ser la primera conversación que los demás le dirigían al conocerla.
Las primeras veces, llenaba minutos y minutos de un
inagotable y paciente esfuerzo por intentar explicar algo tan sencillo como
que: “yo nací así”, porque esa sencilla y obvia observación, no era nunca
suficiente para nadie.
Pero nada es inagotable, así que, conforme fue pasando el
tiempo, fue restando minutos y paciencia a cada nueva persona que conocía,
transformándola, paulatinamente, en una agudizada ironía, que al final de cada
conversación le llevaba al mismo resultado, pero por un camino mucho más
divertido para ella.
Y gracias a eso, se fue dando cuenta de que haber nacido
tan “obviamente diferente”, le enseñaría que la estupidez humana no tiene
límites, cuando se pone al servicio de ese eterno hábito humano de hacer
comparaciones entre unos y otros…
No hay comentarios:
Publicar un comentario