20 abr 2017

Otoño



Apenas había distancia entre sus manos.
Y aunque ninguno de los dos se atrevía a recorrerla,
ambos deseaban que el otro lo hiciera,
conformándose mientras tanto,
con sentir su piel acariciada por el aire compartido.
En ese breve instante de eternidades sentidas,
el otoño decidió por ellos, dejando caer una hoja.

Una de tantas, para tantos.
No para ellos.

Y a pesar de que ambos hubieran creído (y querido) pensar que no cabría,
lo hizo.
Y pasó por entre sus manos.
Y rasgó el aire, mutuamente acariciado, dejando entre ellos un abismo.
¿Cómo recorrer ahora ese abismo si no fue capaz de hacerlo con apenas el hueco de un otoño?
Se agachó a recogerla antes de marcharse y se la llevó consigo,
para recordar, de vez en cuando, que la distancia no está en el camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario